«Represión femenina al regreso de la huida. (Málaga – Almería. 1937)»

Dra. María Isabel Brenes Sánchez

Arqueóloga e investigadora especializada en la huida de población civil de Málaga a Almería durante la guerra civil.

 

La N-340, con 1.248 km, fue la carretera más larga del país. Une Cádiz con Barcelona por toda la costa del Mediterráneo, atravesando 10 provincias.

En estas páginas nos centramos en el tramo Málaga – Almería, 220 km que gran parte de la población civil hizo a pie buscando refugio y huyendo de una muerte segura.

Para finales de 1936, gran cantidad de población, originaria de las provincias occidentales de Andalucía, habían huido de sus lugares de origen buscando un territorio que aún siguiera bajo la protección del gobierno gubernamental de la República. El lugar más idóneo fue la provincia de Málaga. En consecuencia, donde un solo dato del Comité de Refugiados, expresaba que en Málaga había 90.000 refugiados, provocó que las autoridades malagueñas tuvieran que dar cobijo y ocupación a estas personas, prueba de ello fue la habilitación de la Catedral de Málaga como vivienda para refugiados.

Catedral de Málaga en febrero de 1937. Autor: Serrano

A partir del 14 de enero de 1937, con la ocupación de Estepona por las tropas sublevadas, da comienzo el asedio de la provincia malagueña, hecho conocido como la Batalla de Málaga. Siete columnas militares [cuatro españolas y tres italianas] rodean la capital penetrando y atravesando la provincia por distintos puntos [Estepona, Ronda, Peñarrubia, Antequera, Loja y Alhama], dejando como única vía de escape para las fuerzas gubernamentales la carretera nacional 320 hacia Almería.

La población civil, ante la amenaza de proximidad de las fuerzas rebeldes, comenzó a huir de Málaga de una forma constante en los últimos días de enero de 1937, sin embargo, el éxodo masivo se produjo entre los días 6 y 7 de febrero de 1937, cuando miles de personas [familias y también milicianos] abandonan Málaga a la desesperada siendo perseguidos por las tropas sublevadas.

Los partes emitidos por el ejército sublevado confirman que, conforme avanzan, hacen “limpieza de rebeldes”, refiriéndose con este eufemismo a las detenciones de personas que intentan alcanzar la provincia de Almería; encontrándose entre estas detenciones, familias enteras procedentes de provincias como Sevilla y Cádiz, conformadas íntegramente por mujeres de distintas edades y un solo hombre como cabeza de grupo.

Fuente: Archivo Juzgado Togado Militar nº 23 Almería

En vista de la documentación recogida para la elaboración del libro “1937. Éxodo Málaga Almería. Nuevas fuentes de investigación”, se acredita documentalmente que la población que salió de Málaga buscando refugio en Almería, el día 7 de febrero, fue de 300.000, ya que la cifra aportada por Norman Bethune [150.000] fue estimada a partir del día 10 de febrero, cuando ya había empezado la huida varios días antes.

Norman Bethune, procedente del Este, el día 10 de febrero de 1937 comenzó la evacuación de personas heridas y más vulnerables desde la población de Castell de Ferro (Granada), un punto muy alejado de la capital malagueña, donde se inicia el éxodo masivo el 7 del mismo mes. Por lo que la cifra aportada por Bethune no tiene en cuenta la población que, una vez destruido el puente de Salobreña (Granada) [y en el que murió gran cantidad de población ahogada intentado atravesar el río] decidió volver a su lugar de origen abandonando la esperanza de alcanzar la provincia de Almería; por otro lado, la cifra de Bethune no tiene en cuenta aquella otra población que decide alejarse de la carretera y llegar a la provincia de Almería atravesando la Alpujarra. Y, por último, la cifra de Bethune, que la historiografía ha dado siempre por válida de 150.000 huidos, no tiene en cuenta la alta mortandad de personas que han quedado destrozadas en el trayecto de la carretera entre Málaga y Motril como consecuencia de los bombardeos aéreos y marítimos, aviones y barcos que persiguieron a los huidos durante todo el trayecto de marcha.

 Fuente: Archivo Histórico Ejército del Aire

A la cifra aportada por autoridades civiles y militares de Málaga hay que añadir la columna de personas que se fue incorporando a este éxodo procedentes de la provincia de Granada, a su paso por la costa granadina.

Por otro lado, los intensos bombardeos por mar y aire, junto con las pésimas condiciones climatológicas y alimenticias, minaron la moral de estas personas. Abandonada la esperanza de llegar a territorio seguro, algunas personas y familias enteras optaron por suicidios colectivos.

Otras muchas consiguieron llegar a Almería, pero la vida de estas personas cambió para siempre. En palabras del capitán Angulo:

«Por el camino nos cruzamos con grupos de fugitivos que engrosaban según avanzábamos hacia Motril.

El espectáculo de la carretera desde Almería hasta Adra, es algo que no encuentro palabras con que explicarlo. La peregrinación de cerca de 200.000 personas desde Málaga a Almería a pie, es algo que no tiene precedentes en la historia de las evacuaciones de la guerra. Hombres muertos por la carretera de frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies enormemente desfigurados y llenos de llagas, caras famélicas…»[1]

La imagen que los almerienses tuvieron ante la llegada de tantos refugiados fue la de familias separadas, con heridas que mutilaron sus cuerpos y sus mentes por el trauma al que se vieron sometidas, mujeres embarazadas con niños pequeños a su cargo; niñas de apenas 10 años que hicieron solas el trayecto con la presión de llegar vivas a un sitio seguro con sus hermanos menores.

Los documentos que hemos encontrado en el transcurso de la investigación realizada demuestran que las heridas no solo fueron físicas; el agotamiento físico y psicológico, y el gran trauma de ver los cuerpos de sus familiares desmembrados en la carretera por efectos de las bombas, provocó algún que otro ingreso en el manicomio de Almería.

Fuente: Archivo Histórico de la Diputación Provincial de Almería. Libro Hospital de Guardia. 1937

Sin embargo, otros muchos decidieron regresar a sus casas puesto que no estaban implicados en delito alguno, salvo pensar de forma diferente a la rebelión militar.

El regreso de esta población no fue perdonado por las fuerzas sublevadas, por lo que muchas personas fueron detenidas conforme llegaba a su lugar de origen llegando a ser ejecutadas a las pocas horas. Ejemplo de este horror fue la población de Teba (Málaga), localidad en la que fueron ejecutadas 84 personas en una sola noche conforme regresaron de su huida intentando alcanzar la provincia de Almería.

Detalle de la fosa común de Teba (Málaga) en la que fueron ejecutadas 84 personas en una misma noche

Entre los ejecutados la noche de los ochenta, tal y como se conoce el suceso en la población de Teba (Málaga), se encontraba una vecina de la localidad de sólo 19 años y en avanzado estado de gestación; cuerpo que finalmente fue recuperado tras la exhumación realizada en la citada localidad en 2012.

 El hecho de estar embarazada no era motivo para evitar ser ejecutada, tal y como lo demuestra esta segunda imagen perteneciente a una mujer ejecutada y enterrada en el cementerio de San Rafael (Málaga), del que también, al igual que del cuerpo de Teba (Málaga) fueron exhumados los restos del nonato.

Detalle del feto antes de proceder a su exhumación

Algunas mujeres tuvieron otro destino. A su regreso a las poblaciones de origen fueron detenidas, humilladas y vejadas.

El vilipendiar a estas mujeres no fue suficiente para las autoridades, por lo que, si finalmente eran ingresadas en prisión, caso de ir con niños pequeños o habían parido en prisión, los bebés les eran retirados y en numerosos casos, entregados a familias del régimen, quienes primeramente los bautizaban con nombres del santoral católico e incluso se les daba el apellido de la familia del régimen a la que era entregado, por lo que el niño desaparecía para la familia biológica.

La desaparición de niños por este sistema fue algo muy común durante el franquismo, sin embargo, durante el éxodo Málaga Almería también desaparecieron muchos niños, no por abandono, sino porque se perdían por el camino, o los familiares con los que empezaron la huida habían muerto en el trayecto.

Por esta misma razón, algunos niños fueron recogidos por familias que vivían en las poblaciones por donde transcurrió el éxodo, siendo criados por nuevos padres; otros, fueron ingresados en orfanatos habilitados, desde donde se hacían llamamientos en prensa para la reunificación familiar.

Para finalizar estas páginas me gustaría dejar una reflexión propia:

Con el paso del tiempo la verdad se desvanece y España sigue siendo un país lleno de cadáveres y desaparecidos, lo que nos recuerda que no hemos superado nuestra historia”.

 

[1] Archivo Fundación Juan Negrín (AFJN). Declaración de Federico Angulo Vázquez, Capitán del Cuerpo de Carabineros.