«DE LA DESBANDÁ AL EXILIO (Febrero de 1937/ Febrero de 1939)»
Enric Pujol i Casademont
Director del Museu Memorial de l´Exili
1.- Dos éxodos paralelos
Un hecho muy similar a la desbandá fue la gran retirada republicana de 1939, motivada por el hundimiento del frente catalán debido a la derrota republicana en la Batalla del Ebro. Puede establecerse un claro paralelismo entre uno y otro éxodo, masivo y trágico, más allá de las diferencias específicas de cada uno. Entre las diferencias no es menor el hecho cronológico. Uno se produjo en plena guerra (febrero 37) y el otro marcó el inicio del final del conflicto (enero-febrero 1939).
Sin embargo, las similitudes son muchas, como tendremos ocasión de explicar
Pero más allá de las semejanzas, lo más remarcable, aquí y ahora, es que existió una línea de continuidad muy estrecha entre uno y otro hecho.
Mucha gente que había sufrido la desbandá de 1937 participó también en la masiva retirada de 1939. No existen hoy, sin embargo, cifras precisas sobre este contingente de personas que sufrieron el doble éxodo. Pero sí se pueden seguir itinerarios, con ejemplos significativos, que podrían facilitar un trabajo de investigación futuro sobre la cuestión. Se trata de unos itinerarios que tienen varias ramificaciones, que trataremos de considerar aquí.
2.- Catalunya territorio de acogida
¿Qué pasó después de la desbandá, con la gente que pudo sobrevivir a la masacre y a la larga marcha de más de 200 kilómetros desde Málaga hacia Almería? ¿Cómo pudo realizarse la evacuación posterior de tantos miles de personas? Toda la zona mediterránea acogió a muchos refugiados. Catalunya lo hizo de manera especial, porque en aquellos momentos (principios de 1937) era una retaguardia consolidada y bien equipada. La Generalitat tenía competencias en asistencia social y sanidad, por lo que había podido organizar un servicio de acogida de refugiados.
Primero con la creación, el 17 de octubre de 1936, de la Central d’Ajut als Refugiats (Central de Ayuda a los Refugiados) y después, el 14 de agosto de 1937, con la creación de un Comissariat d’Assistència als Refugiats (Comisariado de Asistencia a los Refugiados), que dependía de la Dirección General de Asistencia Social. Así, se pudieron distribuir los refugiados en diferentes poblaciones (sin tener que construir campos de refugiados); se pudieron realizar censos (y por tanto existe una abundante documentación sobre la cuestión); así como inspeccionar y corregir inevitables fricciones con la población de acogida, etc. Uno de los principales estudiosos de esta temática, Joan Serrallonga, calculó que fueron más de 900.000 las personas refugiadas en Catalunya que venían de los territorios que habían sido tomados por los franquistas. [1] Una cifra espectacular.
Precisamente estas competencias y recursos que tenía la Generalitat permitieron que, en el momento de la desbandá, se pudieran enviar, ya sobre el terreno, ambulancias medicalizadas para poder realizar transfusiones de sangre y otros recursos sanitarios. Así, el gobierno catalán se sumó a la solidaridad que provino de los diferentes territorios fieles a la República. 3.- ¿Cómo llegaron a Catalunya los miles de refugiados que se evacuaron? Gran parte pudieron ser transportados en tren. Aunque llegaron de otros muchos modos. Incluso hubo un importante contingente que pudo llegar por vía marítima, a pesar del dominio franquista del mar. Así, en otro estudio sobre el tema, de Mercè Borràs, se explica que el barco “Ciudad de Barcelona” , procedente de Almería, el 16 de febrero de 1937, llevó al Muelle de Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà, comarcas gerundenses), 3.000 personas procedentes de Málaga, que fueron recibidas por numerosos efectivos sanitarios: Cruz Roja y voluntarios bajo la supervisión del Dr. Joan Prim.[2] Fueron hospitalizados 65 civiles. La inmensa mayoría de estos refugiados fueron trasladados a Girona y se repartieron en diferentes poblaciones. Naturalmente los que llegaron a Sant Feliu de Guíxols no eran sino una pequeña parte del total de refugiados que llegaron de Málaga al territorio catalán.
Hay un núcleo muy importante que fue alojado en Barcelona, en la montaña de Montjuïc, que había sido la sede de la Exposición Universal de 1929 y contaba con muchos antiguos pabellones de esa muestra que habían sido habilitados como centros sanitarios y de acogida.[3] Hay que tener presente que había muchos heridos entre los refugiados de Málaga que debían recibir tratamiento médico. Sobre la gente acogida en Montjuïc y sobre los refugiados que, por lo general, se instalaron durante la guerra en Cataluña existen fichas y censos que permiten localizar sus nombres y lugares de origen. Una documentación que se concentra sobre todo en el Archivo Nacional de Cataluña (en Sant Cugat del Vallès) y en el Archivo Tarradellas del monasterio de Poblet. Se trata de una documentación primaria que, junto con la documentación de carácter municipal, está en la base de los estudios realizados sobre el tema, como los ya mencionados de Joan Serrallonga y Mercè Borràs o de Juli Clavijo (que dedicó a su tesis doctoral sobre el tema), entre otros investigadores.[4]Una base documental que puede ser básica a la hora de abordar un trabajo especializado futuro que permitiría saber los nombres de los refugiados procedentes de la desbandá acogidos en Cataluña durante la etapa bélica (1937-1939).
Una parte muy importante de esa gente refugiada pasó a engrosar, al final de la guerra, la multitud que se marchó hacia la frontera con la República francesa, en la gran retirada de 1939. 4.- La retirada republicana. Breve síntesis y comparativa con la desbanda De hecho, la gran retirada de 1939 empezó con la derrota de la batalla del Ebro y la contraofensiva franquista de diciembre de 1938 que no respetó las voces que pedían una tregua para las fiestas de Navidad. En el caso de la retirada de 1939 hay un contingente de tropas muy importante que intentarán proteger la masa que ser retira y que se enfrentarán al enemigo. Esto será clave para que la gran mayoría de gente que se marchaba hacia la frontera no fuera atrapada (como era el objetivo de los franquistas). Sin embargo, no tenían fuerzas suficientes para detener el avance franquista contra Catalunya, que se demostró imparable debido a la superioridad militar enemiga. Fue una larga marcha hacia la frontera francesa que tuvo diferentes etapas. En pocos meses, los franquistas ocuparon siete mil kilómetros y el 14 de enero cayó Tarragona. Existía la esperanza de realizar un frente de resistencia en Barcelona. Todo el mundo se marchó hacia allí.
Pero Barcelona, rodeada, duramente bombardeada y con unos contingentes militares deshechos no pudo resistir y se inició una evacuación masiva de la capital el 26 de enero de 1939.En ese momento se vio que la República se iba a hundir. Se marcharon al exilio la Generalitat (gobierno y parlamento), el gobierno y el parlamento de la Segunda república española (que se había instalado en Barcelona en 1937) y también el gobierno vasco (instalado en Barcelona desde la caída de Euskadi, en 1936). Por tanto, partió hacia el exilio la máxima representación política de Cataluña, del País Vasco y de la Segunda República española. Conjuntamente con las autoridades republicanas y el contingente militar, fueron miles y miles los civiles que se marcharon en el éxodo hacia el norte. Cerca de unos 500.000, según los estudios más recientes. Y en medio de esa masa fugitiva, había muchos refugiados y, naturalmente, un parte de los que habían participado en la desbandá. Al analizar esta retirada general es cuando se empiezan a encontrar muchos puntos comunes con la desbandá. El motor de la fuga de los civiles es el miedo a la represión franquista. Un miedo que se demostró plenamente justificado (ya que la represión respondía básicamente a motivos de ideología y no al hecho de haber cometido actos de sangre). La gente sabía que se jugaba la vida. Los refugiados que habían sido acogidos en Cataluña era evidente que eran contrarios al franquismo (no se habían pasado al bando “nacional”, sino que habían ido al bando republicano) y por tanto eran posibles víctimas propiciatorias de la represión.
Fue también una fuga precipitada, que sólo permitió coger lo básico o lo que se podía. Mucha gente se fue a pie. Y la otra gran característica común: fue un éxodo que se realizó bajo una lógica de guerra. ¿Qué significa esto?Como ocurrió con la desbandá, la gente que marchaba hacia la frontera siempre era ametrallada por los aviones y cañoneada por los barcos cuando pasaban por la costa. Hubo una convergencia entre la aviación italiana (desde Mallorca) y la aviación nazi (que actuaba desde la península) que se cebaron con la gente que trataba de llegar a la frontera. No existen cifras, pero fueron miles los muertos civiles y militares en la larga marcha hacia el exilio. Una marcha que duró 50 días si los contamos desde el inicio de la ofensiva franquista o 18 días si lo hacemos desde la caída de Barcelona (que fue cuando el éxodo adquirió un carácter más masivo y trágico). A lo largo de este itinerario, hubo ciudades especialmente castigadas, en esta última etapa de la guerra, como fueron Barcelona y Figueres.
Son muy conocidos los bombardeos de la capital durante los últimos días. El caso de Figueres no es muy conocido, pero puede afirmarse que Figueres fue la Gernika catalana, por la destrucción sufrida y, sobre todo, por la elevada cifra de víctimas (producidas básicamente en esta etapa final del conflicto).[5] En cifras absolutas es, de las poblaciones catalanas, la que más muertes por bombardeo tuvo después de Barcelona. Hay que tener en cuenta que, cuando se produjeron los bombardeos finales, la pequeña ciudad estaba llena de los miles de personas que querían cruzar la frontera y era la sede de los tres gobiernos: catalán, vasco y de la Segunda República española. Era, pues, un punto estratégico clave si se quería evitar que se produjera un exilio masivo. Durante la retirada también hubo distintos enfrentamientos militares (otro hecho diferencial con la desbandá). Incluso se registró algún combate aéreo. Se siguió por parte de las autoridades republicanas, una política de tierra quemada, durísima, pero imprescindible para poder ralentizar el avance enemigo: destrucción de puentes, de polvorines (como fu el caso del castillo de Figueres o la población de Llers). 5.- El paso de la frontera Las vías de paso de la frontera fueron diversas.
La legales: Andorra, Puigcerdà – la Guingueta de Ix (Bourg-Madame), Coll d’Ares (Camprodón – Prats de Mollo), Pertús (La Jonquera) y Portbou – Cervera. Pero, realmente, existieron muchos más pasos, como el de Sant Llorenç de Cerdans, el Coll de Lli o el Coll de Banyuls.Al otro lado, los exiliados se toparon con la cruda realidad de los campos de concentración franceses. El primero oficialmente abierto fue el de Argelers, y también, entre este primer grupo de centros improvisados a finales de enero, cabe añadir el Voló (el gran centro de selección y distribución de refugiados), Sant Llorenç de Cerdans (que junto con el de Arles y Prats de Molló concentraron los venidos por el Coll d’Ares), la Tor de Querol, la Guingueta d’ Ix (Bourg-Madame) y Montlluís para quienes pasaban por Puigcerdà. El gran alud de refugiados obligó a abrir nuevos centros, algunos en la misma Cataluña del Norte, como el de Sant Cebrià (Saint Cyprien) o del Barcarès, y otros en departamentos más alejados, como el de Bram (Aude), Gurs (Bearn) o el de Agde (Herault).Debido a las durísimas condiciones iniciales de estos campos, hubo muchas víctimas, miles de víctimas todavía en fase de recuento por parte de los investigadores. También en este caso existen, en los archivos de franceses, los registros de los internados en los campos que pueden ser una fuente preciosa a la hora de localizar a gente que había podido participar en la desbandá. 6.- La guerra mundial y los campos de exterminio nazi En septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial.
La implicación de los refugiados republicanos con la causa de los aliados fue total, ya fuera en la resistencia francesa o en las propias tropas aliadas (británicos, franceses libres, soviéticos…).Y esta implicación militar, junto a la condición de apátrida que sufrieron los republicanos, fue la causa de que miles fueran internados en los campos de exterminio nazi. Los trabajos de Benito Bermejo y los realizados por el Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya han permitido conocer nombres y lugar de origen de los que fueron internados.[6]De entre los que sufrieron el internamiento en estos campos está José Marfil, de quien tenemos su testimonio escrito.[7] Era de Málaga. No sabemos con precisión si participó, como soldado voluntario, en la desbandá. Sí sabemos, según confesión propia, que tenía 16 años cuando estalló la guerra, que fue a la batalla del Ebro y que hizo parte de la retirada republicana de 1939. Pasó por los campos de concentración franceses y después de estar incorporado a las tropas francesas, acabó en Mauthausen y Gusen (con 19 años). 7.- Ramificaciones: Idas, vueltas y regresos De los refugiados de Málaga que había en Cataluña durante la guerra no todos se fueron con la masa que fue hacia la frontera en la gran retirada de 1939. Algunos se quedaron en Cataluña.
Al llegar los franquistas, muchos fueron devueltos a Málaga. Allí pasaron una depuración y quienes eran considerados peligrosos sufrieron la represión franquista. De los que pasaron la frontera, viendo las condiciones de los campos hubo muchos que regresaron. De hecho, existió un volumen muy grande de retornos, algunos forzados, pero mayoritariamente fueron voluntarios (`puesto que se dijo –falsamente—que a los que no tenían delitos de sangre no les había de pasar nada). Se calcula que de 500.000 se pasó a 300.000 exiliados (que no deja de ser una cifra desorbitante). Cuando volvían a cruzar la frontera en sentido contrario, de entrada al Estado español, los franquistas los devolvían a Málaga, des de donde iban, mayoritariamente a campos, a prisiones, a la mili (si habían sido soldados republicanos) o podían llegar a ser fusilados.
Por haber estado en el bando republicano, los que no eran represaliados por las autoridades, sí que socialmente eran mal vistos y sufrían diferentes formas de presión en su contra por parte de los que eren partidarios del régimen dictatorial. Esto motivó a que algunos volvieran a Cataluña para instalarse y escapar de aquella situación opresiva. Conocemos el caso de la familia Pavón (Reportado por Mercè Borràs, p. 37). Había sido acogida durante la guerra en Anglès (población de las comarcas gerundenses). Los Pavón legaron en tren y se alojaron en una casa expropiada a unos propietarios que se habían marchado a causa de la revolución del 1936. Al terminar la guerra regresaron a Málaga. Pero tres meses después de la guerra, la hermana mayor regresó a Catalunya y se quedó en Anglès. A partir de su instalación en esta población, el resto de familiares, cuando salieron de la cárcel o terminaron el largo servicio militar también se marcharon a Anglès y se instalaron allí. Naturalmente no fue un caso aislado, mucha gente de origen andaluz que en esa época se instaló en Cataluña había sido anteriormente refugiada. Sabían dónde iban. Alguna gente que tenía como apodo el gentilicio de «malagueño» o «malagueña» eran antiguos refugiados que ya habían participado en la desbandá. Muchas mujeres encontraron en el sector textil un puesto de trabajo. También muchos antiguos refugiados vendrán a trabajar a Cataluña posteriormente, con las grandes oleadas migratorias andaluzas de los años 50 y 60.Y aquí termina este hilo que se remonta a la desbandá y que se alarga cronológicamente hasta la segunda mitad del siglo XX. Muchas gracias por su atención.
[1] Joan Serrallonga, Refugiats i desplaçats en la Catalunya en guerra 1936-1939, E. Base, Barcelona, 2004. Aprovecho esta nota para agradecer las explicaciones y facilidades dadas por el profesor Joan Serrallonga en la preparación de esta intervención.
[2] Mercè Borràs, Refugiats/des (1936-39), Quaderns de la Revista de Girona, Diputació de Girona. Girona, 2000, p. 36-37.
[3] Existe un importante número de fotografías de aquellos momentos realizadas por Antoni Campañà, algunas de ellas publicadas en La capsa vermella. La guerra civil fotografiada per Antoni Campañà. Ed. Plàcid Garcia Planas, Arnau Gonzàlez-Vilalta i David Ramos, Ed. Comanegra, Barcelona, 3ª ed. 2020, p. 238-249.
[4] Juli Clavijo, La població refugiada a Olot durant la Guerra civil 1936-39. Estudi i fons documentals, Olot, Ed. El Bassegoda, 1997.
[5] Enric Pujol, Figueres. La Gernika catalana, Ed. Efadós, El Papiol, 2019.
[6] Benito Bermejo y Sandra Checa. Libro Memorial- Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945). Ministerio de Cultura, Madrid, 2006.
[7] José Marfil, J’ai survecú à l’enfer nazi, Harmattan, París, 2003.