«Argelès-sur-Mer»
Antoine Parra
Alcalde de Argelès-sur-Mer
Quisiera decir a los que han apostado por saber si mi apellido es de origen andaluz, pues sí, ¡Han ganad0! Soy de origen andaluz porque mi padre nació en Huércal Overa y mi madre en Carboneras. Todos los nombres de los pueblos de por aquí me suenan por todas las historias que me han contado mis padres. Pero yo no he vivido en Andalucía. Aquí estoy como alcalde de Argelès y he aceptado esta invitación con mucho gusto. Olga Arcos, nuestra referente del Memorial del campo de Argelès-sur-Mer, os ha presentado el trabajo que llevamos con mucha voluntad en Argelès-sur-Mer y yo quiero decirles porqué lo hacemos, cual es nuestra ambición política.
¡Soy Antonio Parra, soy alcalde de Argelès-sur-Mer y, si me preguntan cuántos habitantes hay en Argelès-sur-Mer pues la verdad – voy a sorprenderlos – es que no lo sé! Porque en Argelès-sur-Mer la población cambia cada día y va de 10.500 a 150.000, depende de qué días. Así que es un pueblo, lo habréis comprendido, que vive mucho del turismo y es una parte importante, no la más importante, pero una parte importante de lo que hacemos en Argelès sur Mer. Una de las complexidades del ser humano es que muchas cosas que pasan no se pueden explicar, Por ejemplo, si en el futbol va Francia contra España, yo voy para España; si va el PSG contra el Real Madrid, voy para el Real Madrid; si va Barcelona contra el Real Madrid, voy para Barcelona. Un poeta francés decía «no hay más país que el de su infancia» y mi infancia la compartí entre la Cataluña española y la Cataluña francesa. Nací en Capmany y a los ocho años me fui a un pueblo del que nunca en la vida habéis oído hablar (y por eso me alegro de decir el nombre de mi pueblo): es Saint Laurent de Cerdans. Compartí mi vida allí, entre la Cataluña española y la Cataluña francesa y mi país es Cataluña. Es Cataluña y eso es importante que lo diga, porque ya veréis al desarrollar el tema del que quiero hablarles, que la identidad es parte esencial de lo que hacemos. En Argelès tenemos una ambición muy fuerte por dos razones. La primera es que un alcalde y un pueblo, los habitantes de un pueblo tienen que asumir su historia, siempre. Es importante porque la gente, los visitantes, los turistas que vienen a Argelès-sur-Mer, vienen porque es un pueblo que tiene su autenticidad. Y tener su autenticidad es asumir totalmente los que somos, Lo asumimos en nuestros bailes, nuestra cocina, nuestra manera de vestir, nuestra manera de vivir, nuestra manera de caminar, de pasear por las calles… todo esto es nuestra manera de vivir. Y lo que hacemos en un pueblo, lo que somos en un pueblo, son nuestros ascendientes que nos lo han preparado: es decir que cuando vivimos en un lugar, en un pueblo, la manera que tenemos de vivir nos viene de los que nos han precedido. Y en Argelès-sur-Mer, un pueblo al que quiero tanto, fueron miles de refugiados, miles de republicanos españoles que, como ha dicho Olga, vinieron al campo de Argelès, en la playa, de manera detestable, pero muchos quedaron en Argelès-sur-Mery su territorio, muchos hicieron familia en Argelès-sur-Mer, cerca de Argelès-sur-Mer, muchos de ellos se instalaron en el pueblo vistiéndose diferentemente, haciendo cosas diferentes, se olía el olor del sofrito que no conocíamos, de la tortilla de patatas que no conocíamos tampoco, el castellano se oía por las calles, todo esto formó Argelès-sur-Mer, todo esto hizo que Argelès-sur-Mer es un pueblo diferente de otros pueblos que le acercan, que es un pueblo que me gusta tanto, del que me gusta enseñar su cultura, me gusta enseñar lo que sabemos hacer, me gusta enseñar quién somos. Por eso les digo que soy catalán, y muy contento de serlo, y lo digo sin hacer política; cuando digo que mi país es Cataluña, no hablo de independencia, hablo de cultura y de manera de vivir. Es importante asumir su historia… de manera económica, a los turistas les gusta mucho ver un pueblo auténtico. Pero es también importante confrontarse a la realidad… y la realidad fue la vergüenza; la vergüenza que vivimos en los años 39, esta vergüenza que mucho tiempo también en Argelès no quisimos ver, de la que no quisimos hablar, que callamos…
Es que es difícil confrontarse con su vergüenza…Y vergüenza podíamos tener…
Pero cuando uno se confronta ya con lo que debe confrontarse, entonces pueden comenzar las explicaciones. Es verdad que nos comportamos mal, pero es verdad que era difícil comportarse bien. Porque Argelès-sur-Mer era un pueblecito de 1500 habitantes, campesino y vinieron en unos días decenas de miles de personas que llegaron en tres o cuatro días. Era imposible acogerles correctamente. Pero yo que me he interesado a este periodo, sé que muchos argelesianos iban a escondidas a dar lo que podían a las decenas de miles de personas que estaban en el campo. Así que sí nos confrontamos a esta historia, es una historia difícil para nosotros, pero yo quiero asumirla. Por eso una de mis primeras decisiones políticas fue trasladar el Memorial de Argelès-sur-Mer de un sitio que estaba alejado del pueblo, alrededor del pueblo, pero no en el pueblo, pues trasladarlo en el centro del pueblo, en medio del pueblo porque esa es nuestra historia,
La segunda razón por la que es importante es – como ha dicho el profesor de antropología en unas palabras que me han sonado mucho – que es una manera de responder a lo que viene la gente a buscar. Para la gente, el no saber es un dolor muy fuerte. Yo lo he constatado: veo a la gente que quiere saber, quieren ligar el tiempo que ha pasado a lo que viven ellos, pero algo falta. Algo falta y lo que falta no puede curarse si no se sabe. Eso lo siento muy fuerte y por eso queremos ayudar a todos los visitantes que vienen a Argelès, a llenar la parte que les falta. Es una dimensión muy importante y puedo testimoniar de lo difícil que es. Y ahora vuelvo al principio de mi intervención: mi padre es de Andalucía, nació en Huércal Overa; a los siete años se quedó huérfano, totalmente huérfano, es decir que su madre había muerto poco tiempo antes y su padre, militar de la República, lo fusiló Franco, y mi padre con siete años se quedó solo, sin familia, sin amigos, sin vecinos, sin nadie. Hizo su vida de siete a catorce años, sin que nadie sepa cómo. Es decir que mi padre nunca nos dijo lo que había hecho durante esos siete años. Se lo quedó, se lo llevó con él porque murió en el 2015 y cuando murió también faltaba una respuesta a una pregunta que tenía, que me había confiado, “Antonio, no me acuerdo si tenía dos hermanos y una hermana o tres hermanos y una hermana”. Y murió sin saberlo. Entonces yo sé cuánto el no saber es una cosa tremenda. Y ayudar a esta gente a poder llenar el vacío que hay en la Memoria es para mí, hombre político, una cosa muy importante, quiero continuar y dar esta fuerza, conseguir ayudar a la gente que viene y que busca eso.
Esta mi voluntad. Porque Franco destruyó a mi familia. Y si puedo ayudar a otras familias destruidas también, pues creo que un hombre político tiene – además de saber gestionar su pueblo, definir los gastos y las recetas – el deber de ayudar a los hombres y a las mujeres y eso es lo que hacemos en Argelès-sur-Mer. Así que si queréis venir a Argelès-sur-Mer os acogeremos con mucho placer y mucho gusto.