“PASIONARIAS HASTA SIEMPRE”
Annie González Galy
Hija de republicanos, nacida en Francia en 1941. Profesora de matemáticas en secundaria. Hace más de 20 años que investiga para difundir el crimen de la Carretera Málaga Almería.
Buenos días,
Me llamo Annie González Galy. Soy hija de republicanos exiliados en Francia que tuvieron que huir de España durante la Guerra para escapar de la cárcel, de las torturas o de la muerte.
Voy a contar la historia de mi familia, una historia entre tantas otras, hablando de los roles importantes de mi madre y de mi hermana Margarita.
Primer acontecimiento: la huida de Málaga el 8 de febrero 1937 hasta Almería; La Desbanda.
Segundo acontecimiento: Salieron de España en febrero 1939: La Retirada.
Tercer acontecimiento: Conocieron el exilio, la precariedad, los campos de concentración en Francia.
¿Por qué tuvieron que irse rápidamente de Málaga?
Mi tío Miguel Haro, hermano de mi madre, era una figura muy conocida en Málaga. Tenía actividades en el Club de Futbol de Málaga, y sobre todo era miembro activo del Partido Comunista malagueño y de las Milicias Republicanas.
La familia era originaria de Cuevas del Almanzora, un pueblo de Almería. Hermanos y hermanas, tíos, tías, primos y primas estaban muy unidos. Mi madre a los 14 años tuvo que ocuparse de sus 5 hermanos, cuando su padre falleció.
Cuando Málaga cayó en manos de los golpistas, con la ayuda de los italianos de Mussolini, mi tío ordenó a la familia salir rápidamente de Málaga, porque mi familia estaba amenazada por ser familia roja, republicana (escuchar las palabras de Queipo de Llano).
Entonces, mi madre, mi padre enfermo, mi abuela, mis hermanas de 10 y 12 años, mis tías con sus hijos, el más pequeño tenía 5 años, 15 personas cogieron el 8 de febrero con miles de personas la carretera 340 que bordea el mar Mediterráneo hacia Almería. Las mujeres tenían que huir para proteger a sus hijos e hijas, pero no sabían la trampa criminal que les esperaba. Tengo que recordar que la masacre fue contra una población civil indefensa, sin ayuda, sin asistencia, compuesta en su mayoría (de) por mujeres, personas mayores, niños y niñas, uno de los episodios más sangrante, más cruentos de la guerra de España, más de 5000 muertos… un episodio sin embargo ignorado, silenciado.
Empezó el éxodo.
Mi hermana Margarita me ha contado, muchas veces, lo que pasó en la carretera Málaga-Almería en febrero de 1937. Fueron ametrallados sin parar, por aire por los aviones alemanes de Hitler, por mar por los buques franquistas, por los italianos.
Podéis imaginar por un momento, esta ola humana, las mujeres con los niños en los brazos, niños y niñas perdidos solos, cuerpos de personas asesinadas por toda la carretera, los gritos de las personas heridas, los cuerpos destrozados, la sangre, los aviones. En el camino en las cunetas había muchos muertos y mi madre decía a sus hijas, “no miréis, hay que andar, hay que andar…”
Para Margarita estas imágenes están grabadas en su memoria y siempre me cuenta…Se acuerda de esa mujer con su niño muerto en los brazos, de esa chica perdida que les seguía azorada que parecía como loca. Mi abuela andaba con los pies ensangrentados, mi tía embarazada quería pararse en una cuneta.
Mi hermana Pepi nunca ha querido hablarme de la guerra, ha estado traumatizada toda su vida.
Con el hambre, el frio, el miedo, había que andar durante la noche y esconderse por el día para escapar de los bombardeos.
Una tarde Margarita, que tenía 13 años, vio a unas mujeres que volvían de un campo con naranjas y decidió ir a buscar naranjas para aliviar el hambre y la sed de la familia. Sin decir nada se fue sola para coger naranjas. Tenía que recoger para la familia 15 naranjas. Se quitó su vestido y puso las 15 naranjas. Pero en el camino las naranjas caían y cada vez recogía las naranjas 15, 15…La noche caía y no encontraba el camino. Con las 15 naranjas se puso a llorar, a llamar “Mamá, mamá…”, nada el eco respondía “mama” …. Después de un rato muy largo, Margarita oyó gritos” Margarita “, y por fin se encontraron. Margarita repartió las naranjas. Mi madre que no quería irse sin haber encontrado a Margarita fue la única que no quiso comer la naranja, después del susto pasado, se tuvieron que marchar andando durante la noche con el miedo, con la guerra.
Tardaron una semana en llegar a Almería, 213km a pie. “Qué largo, qué largo ese camino” decía mi hermana Pepita. No sabían dónde ir porque los franquistas avanzaban…
Se fueron en Cataluña porque la familia paterna vivía en Cerdanyola del Vallés. Un tío militante de la CNT vino a buscarlos.
Otro destino: se quedaron 2 años en Cataluña, en Cerdanoyla. Fueron alojados en una torre, las mujeres buscaron trabajos. Mi madre era muy activa se ocupaba de toda la familia, de los niños y niñas que fueran a la escuela. Al lado de la torre vivía la familia del comandante Ricardo Sanz. Ricardo Sanz dirigía la columna Durruti, después la muerte de Buenaventura Durruti en Madrid, y se forjaron amistades entre los refugiados andaluces y la familia Sanz y sobre todo a través de los niños. Cuando Barcelona cayó en febrero 1939 en manos de los franquistas la familia paterna estaba en peligro. Con los consejos del comandante Ricardo Sanz la familia andaluza se tuvo que marchar de España hacia Francia con miles de personas. Las mujeres y los niños pasaron la frontera francesa en el Perthus, mi padre con la División 26 de R.Sanz en Bourg Madame en los Pirineos. Mi hermana Margarita estuvo en Francia con los hijos del comandante Sanz.
Cuando llegaron a la frontera francesa, en el Boulou, las mujeres y los niños fueron embarcados en trenes. En Francia algunas localidades acogían a las personas refugiadas. Es así que una parte de la familia, con otras familias, mujeres y niños, bajó del tren en Cazères sur Garonne a 300 km de la frontera. Fueron alojados en una ermita abandonados sobre la paja. Estaban muy sucios llenos de piojos, de miseria.
Enseguida mi madre supo arreglarse para sobrevivir en dignidad, ella que había tenido una vida tan agradable en Málaga, en España. Mi madre tenía a su cargo a los niños y niñas y a las mujeres de la familia en un país donde no conocía ni las costumbres, ni la lengua. Sin embargo, ella había comprendido que aceptando cualquier trabajo: limpiando, lavando, cosiendo, cuidando niños, podía recobrar una forma de dignidad. Esos trabajos eran muy poco considerados y muy mal pagados. Además, sin contrato de trabajo, sin certificado de buena conducta, las autoridades francesas enviaban a las personas refugiadas hasta la frontera española con Franco y se sabía lo que pasaba, cárcel, fusilamientos…
Margarita se encontraba en Francia en Bonnac sur Ariège, en 1939, con los hijos de R Sanz y la niñera que se llamaba Flora García. Margarita sola con 15 años, no sabía si sus padres estaban en Francia o en España. ¡Trabajaba en la casa del alcalde y se puso como nombre Margarita García, familia de Flora, para no ser rechazada!
Una tarde el alcalde con el maestro le dijeron a Margarita “tú no te llamas Margarita García, te llamas M. González y sabemos dónde está tu padre”. Mi padre Antonio González cuando cruzó la frontera con la División 26 del Comandante R. Sanz, lo internaron en el Campo de Concentración de Vernet sur Ariège, campo disciplinario donde los refugiados eran considerados como prisioneros, con condiciones inhumanas, ni una manta contra el frio. Así Margarita estaba en Bonnac con los hijos Violeta y Floreal de R Sanz porque el padre R Sanz estaba también en el Campo de Concentración de Vernet con la División 26, a unos kilómetros de Bonnac.
Acompañaron a mi hermana al Campo de Concentración del Vernet sur Ariège, así puso ver a mi padre detrás la alambrada, su estado de salud era fatal, alarmante.
El alcalde de Bonnac pidió a las autoridades francesas sacar a mi padre del Campo ofreciéndole un contrato de trabajo en una granja y con un certificado de buena conducta.
Mi madre en Cazères no sabía dónde estaba su hija Margarita y su marido Antonio. Enviaba mensajes por la radio con la ayuda de asociaciones y por suerte se encontraron y la familia se reunió en Cazères donde la vida no fue fácil. Margarita siguió colaborando con la Republica española transmitiendo cartas a escondidas entre R. Sanz y el gobierno republicano español en exilio en Suiza, pero tuvo que parar porque fue denunciada y la Gestapo amenazo a toda la familia. Las astucias de mi madre y Margarita salvaron a toda la familia.
Yo he nacido en Francia en 1941 durante la Segunda Guerra Mundial que empezó en julio 1936 en España con la ayuda de Hitler y los fascistas italianos de Mussolini. Mis padres no me han hablado de sus sufrimientos, del dolor de haber dejado su tierra, del Campo de Concentración, del exilio, nunca regresaron a España, mi padre murió en 1964 (Franco en 1975). Mis padres murieron españoles en tierra francesa.
En Cazères la vida no era fácil, tuvieron que cambiar de sitio porque la población pensaba que los Rojos eran un gran peligro.
Mi madre, mis dos hermanas, mis tres madres, con mucho amor me han ayudado para asegúrame un futuro en tierra extraña, dirigiéndome hacia los estudios. Gracias a la escuela de la República Francesa, gratuita y laica he hecho algunos estudios y he sido profesora de Matemáticas en Institutos.
Cuando me jubilé en 2000, mi objetivo principal fue hablar de la Guerra de España, de la lucha contra el fascismo, contra las dictaduras y hacer conocer lo que paso en la Carretera de la Muerte, tanto en Francia como en España. Hoy día, hijos de republicanos españoles no conocen este episodio, el más cruel de la guerra de España con más de 5.000 muertos, algunos todavía en las cunetas de la Carretera 340.
Mi tío Miguel fue encarcelado en Málaga, torturado, estuvo 20 años en la cárcel, cuando salió no se le conocía, sin dientes. El héroe que había resistido era un hombre caído, pero con las mismas convicciones.
Las 3 madres me han dado una fuerza, una energía y tengo un deber de transmitir, de hacer conocer para la Historia la verdad de la vida de las personas republicanas que no aceptaron el franquismo, el fascismo. Participaron en la Resistencia Francesa contra los alemanes, pensando regresar a España con una República.
Quiero decir que esas mujeres anónimas, silenciadas, a veces humilladas, lucharon por la libertad, por la justicia con mucha dignidad, transmitiendo valores humanos a sus hijos e hijas.
Quiero decir que con los testimonios de los sobrevivientes de la carretera Málaga – Almería no se puede negar lo que paso en la Carretera de la muerte en febrero del 1937.Los testimonios tienen un valor, una verdad histórica, para la Historia de España y la Historia de la Humanidad.
Quiero decir que estos relatos son pruebas que pueden conducir a la verdad, a la justicia, no se puede negar, ni olvidar
La dictadura franquista ha confiscado la palabra a las víctimas.
“Cuando la guerra esté terminada,
Cuando los rencores hayan cicatrizado
Cuando todos los españoles estén en un país libre
Entonces hablad a sus hijos, decirle…” decía la Pasionaria.
Los combates por la Libertad, la Justicia no se pueden olvidar, tenemos un deber de memoria, un deber de conocimiento histórico, un deber de testimonio. He escrito un libro para dejar una traza, para que la familia no olvide en Argentina, en Brasil… en el mundo.
Les agradezco muchísimo haberme invitado, de haberme dado la palabra, es muy importante para mí, para ellos, para ellas.
Gracias